domingo, 23 de enero de 2011

El guerrero urbano sigue vivo

(Fragmento del libro en prensa   “Un morelense de fina estampa”)

Fina estampa, caballero / quién te pudiera guardar
Fina estampa, caballero / caballero de fina estampa,un lucero.
Que sonriera bajo un sombrero / no sonriera
más hermoso ni más luciera / caballero
Y en tu andar, andar / reluce la acera / al andar, andar.



 

El pueblo tenía puestos los ojos en él

…Los años pasan, quizás siete u ocho, eso no importa, lo que cuenta es su larga ausencia aún no superada. No aceptamos la realidad porque su figura, su imagen, su recuerdo lo llevamos metido en la sangre para siempre.

Alfonso Sandoval Camuñas  sigue con ese brillo mágico, incluso destaca esa sombra de una realidad que dibujan sus acciones, su amistad, su sonrisa abierta como abiertos eran sus brazos  y su ayuda para todos.

En su momento sentimos coraje, pero su ejemplo mismo nos hizo tener conciencia para entender su partida, su figura sigue viva  y nos impacta aún esa sorprendente conjunción de capacidad realizadora, con esa visión que ha traspasado los tiempos.

Alfonso era y fue un hombre de éxito, de carisma y humildad que ha sido a lo largo de los años, un morelense entre nosotros  un estimulo, quizás austero pero con la enseñanza de aprender a superarnos de manera individual y colectiva, un ejemplo muy pocas veces contemplado para un hombre que ha partido con todos los  honores.

De generosa preocupación, Alfonso el amigo, el hermano, el funcionario, el político, llegó a alcanzar una magnitud de popularidad extraordinaria, en cada acción o suceso registrado como tarea cotidiana que siempre llevó su marca,  y esa era la humildad, la decisión de ayudar a los demás siempre con el aliento popular,  con lo que se comprueba que nada puede dañar  el recuerdo de los seres humanos destinados a ser grandes.

Te lleva hacia los zaguanes / y a los patios encantados
te lleva hacia las plazuelas / y a los amores soñados.

Veredita que se arrulla / con tafetanes bordados
tacón de chapín de seda / y fustes almidonados.

Para la gente cercana a Alfonso Sandoval  su trabajo fue limpio, y su trato con la gente lleno de humanismo, poseía un don de gente de mucho  alcance, era el “brother”, el amigo, el rey del barrio, este si verdaderamente un rey,  quizás de barro pero dueño del cariño de la gente formada de se mismo barro entrañable y promisorio.

La lección de Alfonso queda viva y actuante con el registro de un valor incalculable,  pues movía voluntades, generaba esperanzas  y sobretodo ayudaba sin distinción, algo que los nuevos políticos que han ocupado su mismo cargo, no han entendido, y lamentablemente siguen hundidos en la simulación, la corrupción y el engaño.

Para las nuevas generaciones,  hombres y mujeres ojala y lean algún día estas páginas con mucha atención, porque fue sobre el pensamiento y las acciones de Alfonso Sandoval Camuñas como Cuernavaca creció y puso los cimientos  para construir un nuevo estado,  una nueva ciudad capital, juntos en esta tarea el gobierno municipal que encabezó y la sociedad que en su momento confió y creyó en el proyecto político de un autentico caballero de fina estampa.

Sin exageración alguna por la vieja amistad, Sandoval Camuñas pudo transformar Cuernavaca como se transforma de la flor a la raíz la convivencia humana, por eso cruzar hoy la ciudad es volver a ver la vieja fisonomía de lo que no puede volver. Esta es la lucha y la contribución de Alfonso para el nuevo camino de los cuernavacenses, es un camino cierto que podemos transitar como lo quería el querido brother.

Es un caminito alegre / con luz de luna o de sol
que he de recorrer cantando / por si te puedo alcanzar.


El mismo que llamaba a compañeros periodistas y a sus colaboradores a las dos o tres de la mañana. Sonaba el teléfono, ¿qué haces chacalín? Apenas me voy a dormir Alfonso- era la respuesta, del otro lado de la línea se oía la carcajada abierta para decir al mismo tiempo, -olvídalo, te espero en la Paloma de la Paz pero ya- .  Eran de esas órdenes que nos gustaba a muchos escuchar, vestirse rápido para iniciar  un recorrido de obras y trabajos por todos los rincones de Cuernavaca.

Terminábamos al salir el sol, desayunando “guajolotas” con arroz o champurrado, mientras  la ciudad comenzaba su diaria movilización, a la escuela algunos, otros a trabajar, ese era Alfonso Sandoval Camuñas.

Otras veces por ayudar a la gente, su salario se terminaba el mismo día que cobraba, de ese tamaño y magnitud era Alfonso, acabarse su dinero por ayudar a los demás, y no esto lo pueden corroborar gente como Guillermo Mendizábal Guerra, la contadora Alegría, Fernando Gutiérrez  y todos los que cercanamente convivían con él.

Tampoco se puede  olvidar  los chistes y el buen humor de un alcalde considerado hasta la fe ha como el mejor presidente municipal que ha tenido Cuernavaca. Una anécdota como ésta pocas;  “ Mi poncho, mi poncho”….que pasó brother, ¿en qué te puedo ayudar?..ando mal mi poncho…hazme fuerte, tu puedes, - claro que puedo carnalito-,  y la orden era de inmediato, “a ver tu, hagan fuerte a mi carnalito, denle un  uniforme de Superman”.  Obviamente después la  ayuda real habría de llegar…


Fina estampa, caballero / quién te pudiera guardar
Fina estampa, caballero / caballero de fina estampa, un lucero.
Que sonriera bajo un sombrero / no sonriera
más hermoso ni más luciera / caballero
Y en tu andar, andar / reluce la acera /  al andar, andar.

 

Alfonso Sandoval Camuñas tiene y cuenta con el respeto colectivo, es un líder espiritual, Cuernavaca bulle, y gira en torno a su recuerdo, lo quieran algunos pocos o no. Pero muchos sentimos ahora, en el alma misma, ese mensaje que en su momento envió, un mensaje de dignidad humana, el cual no está escrito, lo llevamos en la mente y el corazón como una grande y última lección civíca.


Hoy montemos guardia en su mausoleo, los niños y las niñas,  la esperanza en la que Alfonso creía, juntemos las manos como en oración, manos nuevas y viejas, arrugadas caras y cabezas blancas, curtidos y viejos, vamos todos a hacer guardia al lugar donde reposa el alegre y sencillo pero orgulloso guerrero, y sigamos viendo ese rostro alegre de un hombre que para miles, no ha muerto… por el contrario, sigue más vivo que nunca.

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